La necesidad de implementar una formación curricular modular, innovadora y flexible en el pregrado, que esté más proactivamente conectada con el desarrollo social, cultural, científico-tecnológico y productivo en nuestro país, es básica para lograr su posicionamiento y competitividad en un mundo cada día más globalizado.
En este espíritu, el nuevo modelo curricular debe promover la definición de competencias transversales en todos los planes de estudio de formación general y también una mayor flexibilidad en la formaron de la especialidad, permitiendo una cierta movilidad horizontal de los estudiantes, como también su avance hacia módulos curriculares que vinculen más ágilmente el pregrado con estudios de postgrado, en el entendido implícito de una formación continua.
La concreción de este cambio curricular, sin embargo, no es un proceso simple. La gran mayoría de los currículos de los programas de formación existentes son demasiado rígidos y su supuesta flexibilidad, reflejada en una que otra asignatura optativa, es muy relativa. Esto, porque los actuales sistemas obligan a una especialización muchas veces prematura, no permiten alternativas para diversificar el proceso formativo y además, determinan salidas unidas sin entregar calificaciones profesionales intermedias.
Para implementar una renovación curricular fructífera se necesita que las comunidades académicas tengan la voluntad y apertura suficiente para concordar principios y conceptos generales de lo que debe ser una formación de pregrado de calidad, flexible y modularmente construida. Ello, es fundamental para avanzar tanto hacia decisiones de armonización curricular como hacia adecuaciones en la reglamentación interna de nuestras universidades que posibiliten una flexibilidad y movilidad intra e interinstitucional con reconocimiento académico.
Por otra parte, también es importante revisar y replantear estos reglamentos para que estén en armonía con un modelo curricular que pueda aprovechar las ventajas de las nuevas visiones en formación superior, las mismas que ya han concretado los países más desarrollados. No es coherente con un criterio país ni con la vocación formadora no agotar las estrategias y las acciones para que los futuros profesionales que se forman en nuestras universidades no sean comparables en el ambito de sus competencias, títulos y grados con otros profesionales extranjeros con los que ya están empezando a competir.
Otro aspecto que se debe considerar en la estructuración de un nuevo currículo, de cara a la equidad, es la diversa procedencia cultural y socioeconómica de los estudiantes. Es importante poner énfasis en programas complementarios para alumnos con carencias formativas los que, entre otras estrategias, se pueden implementar tan bien con el apoyo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. En suma, programas con menores costos y mayor flexibilidad horaria en base a una oferta semi-presencial virtual que tenga presente la identidad y la personalización del estudiante.
Respecto del diseño e implementación de un proceso de flexibilización curricular estimo que es importante tener presente algunos criterios básicos: primero, que la flexibilización curricular materializada en nuevos currículos sea una construcción técnica académica conjunta, basada en competencias, en un contexto de cambio planificado; segundo, que las mallas curriculares innovadoras del pregrado consideren las demandas de una formación inicial y no terminal de los estudiantes; tercero, que los currículos propuestos contemplen una formación general y especifica en un área disciplinar y profesional determinada, que sea pertinente a las demandas de la sociedad y de las personas; cuarto, que los productos curriculares de las acciones de flexibilización definan las estructuras y los modos de articulación entre los diferentes programas de la institución; quinto, que los cambios curriculares planteen los niveles de autonomía de los estudiantes en el contexto de la oferta educativa de la universidad y de las redes institucionales que se generen y sexto, que la oferta universitaria considere procesos de asesoría y orientación tutorial.
En nuestra educación superior universitaria queda todavía un largo camino por recorrer en el tema de la integración y la flexibilización curricular. De hecho, si se observan los porcentajes de créditos obligatorios de las distintas carreras, se advierte que los programas de estudio son aun muy rígidos.
Esta situación responde, en muchos casos, a una realidad estructural institucional fragmentada en unidades académicas con escaso contacto e intercambio entre ellas, en que las mallas curriculares de las carreras se renuevan después de largos períodos de tiempo, y donde es frecuente la repetición de cursos con contenidos programáticos similares en las diversas unidades, incluso dentro de una misma facultad.
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