lunes, 7 de julio de 2008

Lecciones concertacionistas.

Los gobiernos de la Concertación y especialmente los últimos dos nos han dejado una serie de lecciones. Primeramente hemos asimilado la noción de que crecimiento y Concertación nunca fueron conceptos sinónimos. En segundo lugar, la noción de que con la Concertación lograríamos crecer con igualdad va quedando relegada al plano de las ilusiones juveniles. Se ha hecho evidente que los privilegios y las desigualdades más irritantes han tenido lugar durante estos gobiernos. Mientras el hijo de la señora Juanita estudia para poder optar a una beca los hijos de los ministros concertacionistas las obtienen por el solo hecho de ser hijos de tal o cual Ernesto. Y qué decir de las desigualdades que reproducen en el ámbito laboral. La Presidenta coloca a su hijo en la Cancillería y el Director de TVN coloca a su hermano en el INP. Esto solo por nombrar algunos.

A lo anterior hoy se suma que ha aflorado con toda claridad la brecha existente entre la política y sus actores y los asuntos particulares y comunes de la gente. El gobierno ciudadano se encuentra desgarrado hasta sus propios cimientos. La situación trágica de la propuesta de Bachelet se va desmoronando día a día tras las preconizaciones de miembros del gobierno y de parlamentarios adherentes. Cada día asistimos a la falta de coherencia entre la sociedad y el gobierno. La sociedad no se siente reflejada en la Concertación. Mientras la mayoría indica que algunos deben renunciar, el gobierno asumiendo su función regia de lex animata señala que la utilización de los mecanismos democráticos establecidos por él mismo es una felonía.

A pesar de que la Presidenta ya no cumple la función de ejecutora de los intransables programas partidarios de antaño, es posible advertir una visión un poco aristocrática, propia de muchos izquierdistas letrados, que se asumen superiores al resto, participes de la vanguardia y, consiguientemente, convocados a conducir las vidas de sus alienado súbditos y a administrar su libertad.

Al parecer sólo la Presidenta comprendió a cabalidad aquello del gobierno ciudadano, y sus ministro y colaboradores, al igual que nosotros, aun intentan comprenderlo. Frente a esto sólo les ha quedado lo que saben hacer, a saber, cegar el derecho del alma a respirar.

La Concertación, por extrañas razones que no se alcanzan a comprender, siente que posee la capacidad de inteligir cuál es la mejor vida que debemos vivir, y en el esfuerzo de concretizar los secretos que la providencia le ha soplado al oído, lleva a cabo políticas públicas que no sólo afectan nuestras condiciones exteriores, sino que también nuestras condiciones interiores, mermando en este punto nuestra personalidad, nuestra identidad. El objetivo final es reducirnos a un simple engranaje del mecanismo del Estado, de probar que no existimos realmente más que como expresión de las fuerzas de producción o de los interese de clase. Esto lo realiza aboliendo las diferencias en nuestro comportamiento y en nuestro mundo interior, aplastando la personalidad, la individualidad, en buenas cuentas, todo lo que nos permite desarrollarnos.

Lo que sucede es que en el interior de la Concertación habita un insondable descrédito hacia las personas y por sus capacidades. En numerosas ocasiones manifiestan intenciones de aportar a la mejora del mundo. No obstante aquello, lo que se muestra inalterable en ellos es el convencimiento de que las personas no se encuentran facultadas para determinar qué harán con sus esfuerzos, con sus capacidades; en resumen, que harán con su libertad.

Esto es la Concertación.

2 comentarios:

Acción Civil Política dijo...

¿Qué opinas de las "irregularidades" (corrupción con todas sus letras) en municipios de la UDI?
¿Será la Derecha una garantía en cuanto a no seguir reproduciendo las prácticas y vicios hasta ahora vistas...?
Al parecer no.

Constructor de una sociedad LIBRE dijo...

Debemos ser cuidadosos al hablar de irregularidades, faltas administrativas, corrupción, etc…recordemos los casos de Tombolini y Novoa...Lo que sucede en municipios de la Alianza es una mezcla de todos, hay irregularidades y corrupción, no hay que ser ciego. Si hasta se han destituido Alcaldes. En lo personal si existen faltas de cualquier índole deben ser sancionadas, corregidas y sus actores desvinculados del servicio público, independiente del partido que sean y del cargo actual o de investiduras pretéritas. Lo que sucede en la Alianza es lamentable, no solo por el hecho de haber ocurrido situaciones de dudosa legalidad y falta de criterio, lo de Cornejo es asqueroso, sin haber ahí corrupción, sino también por la aptitud tomada por algunos.

Respecto a tu segunda pregunta tengo la certeza de que la Alianza si es una garantía. La conducta proba anterior ciertamente no lo es y no podemos castigar a un partido o a un conglomerado por la las faltas de algunos, las personas somos falibles y debemos luchar día a día para ser mejores, lo que si debemos juzgar es el accionar frente a estos hechos, accionar como el de J.A. Kast, Joaquín Lavin, Alberto Espina y el mismo Sebastián Piñera son los que necesitamos, actuar como el que tenia Adolfo Zaldivar cuando presidía la DC…Lo que más molesta no son las “irregularidades” actitudes humanas reprochables sino la superioridad moral de algunos y las defensas corporativas, el que frente a cada caso de “corrupción” se busque el empate o se mire al pasado… y gracias a Dios hoy en la Alianza aquello no existe, hoy reinan las actitudes frontales ante estos temas y escasean quienes desean soslayar las responsabilidades. Por lo anterior, claramente la Alianza es una garantía. Cuando a Cornejo otro alcalde de la Alianza le haga un acto de desagravio ocupando recursos públicos y sacando a niños de clases para que asistan a tal acto, esta dejará de ser garantía, mientras aquello no suceda, es la mejor opción que tiene Chile.

Y, específicamente, hablando desde la UDI, las cauciones se encuentran en que hay quienes que no nos hemos desviado de la ruta, del ideario propuesto y testimoniado por Jaime, Simón y Miguel, quienes profesamos un respecto por las personas y concebimos una urgencia en nuestro actuar porque sabemos que estamos de paso, que sabemos que tenemos los mismos defectos y debilidades y que debemos trabajar para mejorar aquello y que sabemos a ciencia cierta que la UDI más que un partido es un camino para servir a Chile.