jueves, 8 de mayo de 2008

HIPOCRESÍA Y BINOMINALISMO.

El binominalismo ha sido blanco permanente de criticas por parte de la Concertación, la que ve en él una deformación de la voluntad popular (bien lo sabe el Partido Radical Socialdemócrata). La Concertación en pleno rasga vestiduras en aras de su adecuación y perfeccionamiento; todos claman grandes principios de representación y estabilidad institucional, todo suena muy convincente y muy democrático; pero en el fondo en la coalición gobernante nadie está dispuesto a jugársela por su modificación.

A medida que se ha manifestado el debilitamiento natural del pacto, el actual sistema electoral se ha convertido en un gran aliciente para conservar la unidad y soslayar la dispersión. Por paradójico que suene, la Concertación es hoy en día un auténtico prisionero del sistema que tanto ha repudiado. Cuál más cuál menos, todos los actores de la Concertación han logrado acomodarse a un esquema de funcionamiento donde la incertidumbre está ya calculada e internalizada. Todos los partidos de la coalición de gobierno tienen claridad respecto de que el único beneficiario de la apertura a un sistema más proporcional sería el PC; es decir, un sector político que ha supuesto desde el inicio de la transición una amenaza y una disputa constante de votos en el margen de izquierda de la coalición gobernante, más ahora que la Concertación ha sobrepasado su vida útil. Así las cosas, para la Concertación los beneficios electorales del actual sistema binominal han pasado a ser mayores que los costos, no obstante existe indiscutiblemente una dificultad política en admitirlo de forma manifiesta. Con todo, ello es lo que revela la innegable falta de proposiciones originadas desde la coalición y la famélica voluntad política expresada todos estos años en pos de su modificación.

En atención al acopio de estas evidencias, es muy escaso lo que se puede esperar de este intento de reforma al sistema electoral binominal. La comisión de gobierno presidida por el ex institucional Edgardo Boeninger (DC) entregó una propuesta que no generó anuencia ni siquiera dentro de la misma Concertación. A su vez, de manera inexplicable, el gobierno otra vez da un portazo a la posibilidad de diálogo planteada por la Alianza por Chile, dejando en evidencia que su voluntad de consensos y su disposición casi obsesiva por las instancias de diálogo dan para todo, menos para discutir acerca del sistema binominal. Ello no ha hecho sino reforzar la idea de que, en verdad, una vez más los chilenos hemos sido emplazados a una farsa de la Concertación, cuyo esfuerzo pretende acorralar a un sector político y no modificar lo que por tantos años se ha cuestionado.

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